miércoles, 20 de marzo de 2013

WOLFGANG GÜLLICH. SEPARATE REALITY

Extracto del libro "Free Solo. Escalar sin seguros y sin límites" de Alex Huber.

Apenas hay unos pocos metros hasta las presas netas desde las que comienza el techo que sale en horizontal, y esos agarres son el último reposo seguro. desde allí quiero dejarme ir, sumergirme en otra realidad, llegar hasta el extremo del techo y más allá. Eso quiero lograr. Separate Reality en solo integral. Ya no tengo ese miedo paralizante de hace unas semanas, cuando el mero hecho de pensar en ello helaba mis movimientos y me inundaba de sudor las palmas de las manos; ha remitido la ansiedad. Por fin dispongo de toda la información concebible sobre la vía, tengo confianza hasta en el más mínimo detalle de cada movimiento, conozco con exactitud la condición física que exige. Pero, ¿hasta qué punto pueden las capacidades física y mental mantenerse acompasadas? Al fondo del valle de Yosemite, el espumoso río Merced permanece mudo ante esta pregunta. Silencioso, como los diminutos coches que se ven cientos de metros más abajo. Conozco la respuesta: ¡hay que ir a por todas! Ya he escalada varias veces la vía con cuerda y con mucha soltura. Pero la imperiosa necesidad de hacerlo ahora todo a la perfección es algo que puede agarrotar, que puede mermar la precisión de los gestos, hacer que se derroche más energía de la necesaria. ¿Qué supondría eso? Que tal vez, metido en la fisura, el pánico se apoderara de mi para atenazarme hasta dejarme desfallecido...

Este tipo de pensamientos generan angustia, agarrotan la fluidez mental, comprometen la percepción, la forma física y el razonamiento. Gracias a Dios los aparté de mi hace ya unas semanas. La compostura necesaria para soportar una responsabilidad tan vital únicamente se logra mediante una extraordinaria concentración. Sólo eso genera la capacidad de moverse con seguridad subjetiva en situaciones que son objetivamente peligrosas. Y siento cómo, de manera gradual, esta aventura única da alas a mi determinación. Los siete metros de techo horizontal de Separate Reality se han convertido para mi en un símbolo de la escalada libre como arte. Y hacerlo solo y sin cuerda no sería meramente un logro deportivo y artístico, sino que aunaría cuerpo y espíritu, plasmaría de manera idónea un esfuerzo supremo. Precisamente en el lugar donde la fisura de manos se estrecha hasta que sólo caben los dedos, se encuentra la vertiginosa secuencia de movimientos cuyas fotografías trastocaron el horizonte de nuestra imaginación. Con una mano apenas empotrada, hay que hacer un dinámico para cazar una presa y luego dejar ir los pies, bascularlos sin brusquedad en la dirección opuesta y subirlos sobre el borde del techo, ganchear con los empeines y, así estabilizado, subir las manos para salir. Hasta entonces todo eso nos había parecido inimaginable.

Cuando me preparaba para esta vía, visualizaba mentalmente una y otra vez cada movimiento, cada detalle de ese tramo clave, incluso hasta dónde tendría que empotrar la mano en esa exposición tan brutal. Mi pulso está tranquilo, la calma todavía precede a la tempestad. Un último control antes de que se ponga en verde el semáforo. La roca está fría, por lo que no sudaré y no habrá peligro de que me resbale una mano. Activados están los receptores nerviosos, y sensibles hasta un punto que hasta entonces desconocía. ¡Concentración total! La escalada se transforma en un torbellino mental de percepciones y gestos. Hay que tantear una y otra vez los cerrojos idóneos en la fisura, calcular la presión correcta de los dedos, comprobar de nuevo la estabilidad de la postura para corregirla en caso necesario. 

Avanzo con fluidez, pero sin prisas, hasta que se cierra la fisura de manos. Permanezco un momento ahí colgado, para concentrar todas mis fuerzas, para que cada movimiento de los últimos metros tenga la precisión de una maquinaria de relojería. En el paso clave, con la mano precariamente empotrada y desde donde hay que estirar la otra mucho para sacarla hasta el agarre, se deben soltar los pies sin pendular. ¡Nada de brusquedades! No me atrevo a mirar hacia el fondo del valle mas allá de las puntas de mis pies. No pienso en ello. Aquí el éxito radica en eliminar todo lo que no sea esencial, en elevar y ganchear los empeines, en mantener la tensión del cuerpo hasta agarrar las presas de salida. Sólo tras superarme sobre la repisa de la cumbre cede la tremenda carga con un grito de liberación. Una increíble sensación de dicha evapora toda la tensión y de pronto tengo la impresión de que no he estado poniendo mi vida en juego, de que, subjetivamente, no ha sido peligroso.

Me siento al sol sobre el rellano cimero. La otra realidad forma ya parte del pasado y siento que es precisamente pensar en la muerte lo que nos enseña a valorar la vida.

Dean Potter en Separate Reality también en Free Solo.




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